viernes, 6 de julio de 2012

Entresijos de un Usuario Novel y su Perro Guía

Atravesar un paso de cebra en línea recta, sortear andamios y farolas, buscar bordillos, puertas, escaleras, ascensores y sillas, enseñar rutas, entre otras habilidades, son algunos de los apoyos en movilidad que me brinda Ivy, mi perra guía desde marzo de este año, una Golden Retriever de 18 meses y 26 kilos de peso. Con el patrocinio del Club de Leones España, Leader Dogs for the Blind y la Fundación ONCE del Perro Guía, en las últimas décadas cientos de españoles han conseguido dar un salto a la plena autonomía.

La espera

En septiembre de 2010, di el gran paso de solicitar un perro guía a la ONCE. Tras llenar el formulario de solicitud y superar las cuatro pruebas necesarias: con la trabajadora social, la psicóloga, el técnico de rehabilitación y el médico de mi delegación, empezó el periodo de espera, plagado de sentimientos encontrados –ansiedad, emoción, expectativa e intervalos que oscilaron entre grandes dudas y absoluta seguridad en torno a la decisión que en breve cambiaría mi vida de manera tan determinante. Por supuesto, como es natural ante situaciones desconocidas, comencé a indagar sobre los perros en general, y los perros guías en particular, mediante conversaciones con usuarios, suscribiéndome a foros de Internet que tratan el tema y leyendo todo lo que pude conseguir al respecto. Ahora bien, nada puede preparar a una persona para el ‘milagro’ que constituye para una persona ciega o deficiente visual el desplazarse con el apoyo de estos fieles compañeros.

Pese a que en la solicitud había indicado que tenia preferencia en realizar el curso en la escuela de la Fundación ONCE del Perro Guía en Boadilla del Monte en Madrid, en octubre de 2011 fui informada de la posibilidad de ir a la Escuela Leader Dogs for the Blind en Rochester (Michigan – EE.UU.), con la que la ONCE y el Club de Leones España tienen un convenio de colaboración, pudiendo asistir a alguno de sus cursos en el 2012. Tras dudar por un momento, acepté y así dio inicio una segunda etapa de espera. Rápidamente, se me solicitó que rellenara los formularios de aplicación: solicitud de plaza en la escuela americana, informe médico y oftalmológico, y la grabación de un vídeo de 10 a 15 minutos en el que se mostrara mis atributos de movilidad, desplazamientos habituales y vivienda.

La Aventura

A las 9:00 a.m., del 20 de enero de 2012, día festivo en Donostia, recibí, finalmente, la llamada que daría inicio a la gran aventura; en la misma, me dijeron las palabras tan anheladas y temidas: “Zuriñe, has sido seleccionada para asistir al curso de Marzo de usuarios de perros guía en Leader Dogs for the Blind”. En este punto, los nervios entraron en su máxima ebullición, provocando que las indagaciones se intensificaran, junto a toda la actividad frenética de los preparativos del viaje.

El 2 de marzo de 2012, 5 afiliados a la ONCE, acompañados de Silvia, la intérprete que pronto se convertiría en uno de los pilares del proceso, salimos desde el aeropuerto de Barajas a Detroit, haciendo escala en Chicago. Cansados, nerviosos y emocionados aterrizamos en un paisaje teñido de blanco y con un frío gélido. Allí un voluntario de la escuela nos fue a recoger y nos llevó a Rochester Hill a lo que durante 26 días sería nuestra casa. Ese día y el siguiente, se dedicó a conocer las instalaciones, a la entrega de un MP3 con el material teórico del curso y a firmar una serie de contratos, y, el lunes 4 de Marzo, empezamos el entrenamiento con el instructor y Juno, el perro imaginario.

Sin duda, el gran día fue el martes 5 de marzo, después de una comida especial con todos los compañeros y personal de la escuela, llegó el momento cumbre: la entrega de los perros. Los estudiantes con los nervios a flor de piel nos retiramos a nuestras habitaciones. Cuando el instructor y Silvia llamaron a mi puerta para llevarse la correa, me indicaron que dejara la misma sin seguro y me sentara en la silla, de manera que cuando volvieran a tocar con mi perro, yo dijera adelante y llamara por su nombre a mi futura compañera: Ivy. Toc, Toc, Toc “adelante…. Ivi come”. A partir de entonces, el vínculo fue inmediato, supe que Ivy significaría más que un apoyo de movilidad, que seria mis ojos, una compañera, cómplice y portadora de grandes alegrías.

Los días transcurrieron con un apretado horario de entrenamiento. Primero, dentro de la residencia, después, en las instalaciones de adiestramiento en el centro de Rochester y, por último, en varias ciudades de los alrededores tales como Detroit y Berminhand, y en diversos contextos y situaciones: centros comerciales; escaleras convencionales y mecánicas, ascensores; medios de transportes; zonas urbanas muy concurridas de personas, ruidos, obras y otros perros; áreas campestres y abiertas como parques; entre otros. Uno de los aspectos que más peso tuvo en el curso fue el aprender a interpretar y dirigir a nuestro perro a la hora de sortear obstáculos y a gestionar el tráfico. Sencillamente fascinante, sobre todo, la obediencia inteligente de estos animales, que se refiere, por ejemplo, cuando le damos la orden de avanzar en un paso de cebra y el perro no lo hace porque viene un coche.

Junto al aprendizaje de destrezas de movilidad con un perro guía, en el curso se imparten algunas nociones de orientación. Lejos de la noción muy extendida en la gente en general, el perro guía no lleva a la persona ciega, sino que ésta debe dar las órdenes e instrucciones adecuadas para desplazarse, lo que implica desarrollar una buena orientación y descubrir nuevas referencias distintas que las utilizadas cuando la movilidad se hace con un bastón blanco. Con este ultimo instrumento, el usuario, por ejemplo, se desplaza y orienta caminando junto a la pared; mientras que con el perro la persona camina en el centro de la acera, desapareciendo por completo dicha referencia. De esta manera, los otros sentidos como el tacto y el oído, así como la habilidad de interpretar los movimientos y actitudes del perro juegan un papel primordial en la orientación.

Paralelamente a la adquisición de las técnicas y habilidades de usuario de perro guía, se nos instruyó en las tareas de cuidado del perro. Como ser vivo que es, la tenencia de un perro guía implica una serie de responsabilidades y obligaciones tales como el cuidado veterinario periódico, la higiene diaria del animal, la alimentación y el proporcionarle un apropiado horario y lugar para que alivie sus necesidades fisiológicas. Asimismo, unido al adiestramiento en el cuidado físico, va el aprendizaje del cómo mantener y moldear el comportamiento y desempeño del perro guía a través de una firme disciplina y un adecuado suministro de reforzamientos positivos.

De esta manera, tantas cosas que aprender en solo 26 días constituyeron un reto y un estrés latente durante todo el proceso. Las jornadas comenzaban todos los días a las 6:00 hasta las 20:00 horas siempre con el apoyo y vigilancia de los instructores de la escuela y el miedo de que la unidad perro – usuario no resultara. De hecho, de 20 estudiantes, entre españoles y americanos, que iniciamos el curso, nos graduamos 16.

Sin embargo, no todo fue trabajo, ya que todos los que experimentamos la vida en Leader Dogs nos trajimos una mochila llena de vivencias y recuerdos únicos. Uno de los momentos mas entrañables fue el tercer sábado de nuestra estancia, cuando conocimos a las familias de acogida de nuestros perros, quienes altruistamente hacen posible que cada año cientos de discapacitados visuales procedentes de todas partes del mundo obtengan a un perro guía. A más de uno se nos escapó una lágrima. Noel es la madre de la familia de Ivy, quien compartió más de una hora con nosotras contándome anécdotas, preferencias y vivencias durante esa etapa, me regaló un álbum con fotos y relatos de la vida de Ivy, dando comienzo una larga amistad. Además, tuvimos la oportunidad de conocer de primera mano la tan diferente cultura americana, incluyendo uno de sus rasgos más característicos que es su multiculturalidad, ya que convivimos con personas de tan diversos orígenes como israelíes o mejicanos; también, de degustar nuevos platos, y de conocer nuevos lugares. Ahora bien, los lazos que se crean con los compañeros y la intérprete son muy fuertes y, aunque el tiempo lo dirá, me apuesto, que perdurables.

El regreso a casa

Superado el curso y tras un largo viaje, el 30 de Marzo Ivy y yo volvimos a casa. Sin duda, esta tercera etapa es la más dura del proceso. Adiós a David –el instructor- Silvia y mis compañeros y sus respectivos perros, e integrarse en el trabajo, familia, amigos y sociedad donostiarra con mi nueva compañera: explicar que no se debe tocar ni distraer al perro cuando lleve el arnés ni darle comida humana, etc. Días buenos y no tan buenos se han intercalado, así como episodios de rechazo; en efecto, no llevaba una semana en mi casa, cuando me negaron la entrada con Ivy en un reconocido restaurante de San Sebastián. A todo esto se suma, la dificultad implícita de que estos perros son jóvenes, por lo que se distraen con cualquier cosa como pájaros, otros perros, hojas de los árboles, etc. Sin embargo, aplicando lo aprendido, ganando confianza y siendo paciente en el conocimiento mutuo de ambas y tolerantes, pero firmes con las personas que nos rodean, cada día es un paso mas a la meta del acoplamiento definitivo, que como dicen los expertos y usuarios, se adquiere al año de constante trabajo, disciplina, paciencia y cariño.

Hasta la fecha, no solo he ganado en autonomía y seguridad en mis desplazamientos, también he conseguido a una compañera leal e inteligente. A todo esto se suma de manera anecdótica la percepción de que la actitud de la gente hacia las personas ciegas que van con un perro guía es diferente, pues parece que el can hace desaparecer sus inhibiciones.